No pensaba publicar hoy, pero me han dado una (pequeña) buena noticia y lo he celebrado con una merienda-homenaje, de ésas que normalmente sólo te permites los domingos...
Si usamos nata para montar, debe estar bien fría. Reservamos una parte (la mitad, más o menos) y la montamos con un poco de azúcar. Se pone a calentar la leche en un cazo con el resto de la nata, el azúcar y el chocolate troceado, removiendo bien hasta que éste se derrita bien y espese a nuestro gusto, pero con cuidado para que no se pegue. Apartamos del fuego y añadimos las especias escogidas, mezclando bien (mejor poner poquito y probar, para no pasarnos). Se sirve con una cucharada de nata montada encima y espolvoreamos con un poco más de canela o de cacao en polvo.
El chocolate a la taza es uno de los productos que más han perdido calidad últimamente. Si leéis los ingredientes de cualquier preparado para chocolate, incluso los que venden buenos productores (e incluso afamadas chocolaterías madrileñas), veréis que suelen tener más azúcar y espesantes que cacao, y es una pena. Entre otras cosas, porque preparado simplemente con chocolate y leche queda mucho mejor y no suele salir caro, al menos si lo preparas sólo ocasionalmente, como es mi caso.
Para mí tomar chocolate es, como ya he dicho, una merienda de domingo, así que ya he probado unos cuantos aquí en Madrid. No voy a hablar de las chocolaterías típicas, las más turísticas, porque ésas ya tienen suficiente publicidad y, además, no son precisamente las que tienen el mejor chocolate. De las otras, os dejo dos completamente diferentes: una es el Cacao Sampaka, cerca de Alonso Martínez, una chocolatería en todos los sentidos, muy "cool" (incluso demasiado, para muchos) pero que tiene en su carta un chocolate a la taza que me encanta: el chocolate azteca, absolutamente denso y oscuro (de los que no caen al volcar la taza, vamos). Sólo para ocasiones especiales.
Pero una de las mejores es Chocolat, una muy pequeña que hay en Huertas, que pasa bastante desapercibida por su situación y porque es absolutamente "normal": no tiene glamour, ni disfraz de chocolatería antigua, ni nada de eso, es un sitio muy sencillo, pero tienen un chocolate muy rico, varias tartas o bizcochos caseros y unos churros que son de los mejores que he probado yo aquí. (Y ellos son muy majos).
Por último, y para los que estén pensando en lo insano de mi recomendación de hoy, os contaré que mi abuelita a sus 95 años cena todos los días una taza de chocolate con 2 magdalenas. Y a las abuelas siempre hay que hacerles caso :)