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martes, 31 de julio de 2012

Mermelada de melocotones y picotas

Sé que estoy un poco pesadita con la fruta y las mermeladas, pero qué queréis... estos días no estoy cocinando mucho (mi mamá me mima, amo a mi mamá... especialmente cuando corta jamón) y la fruta entra en casa en cubos recién traída del campo, así que con el calor que hace sólo me pongo delante de los fogones cuando es necesario para evitar que se estropee tanta cosa buena.
La receta es la misma que otras que he publicado (aproximadamente 1/3 del peso de la fruta en azúcar, unas gotas de limón, y a cocer), sólo varía la mezcla. Se trataba de aprovechar la fruta que ya estaba poniéndose blandita, así que pongo en la cazuela lo que hay. Hoy ha sido, más o menos:
-unos 750 g. de melocotones y algún paraguayo (peso ya pelados y picados)
-unos 250 g. de picotas ya deshuesadas
-350 g. de azúcar
-el zumo de 1 limón pequeño
La única cosa que merece la pena contar es que he batido toscamente gran parte de la fruta antes de ponerla a cocer: la carne del melocotón es bastante firme, y no se deshace tanto como otras frutas, así que reservé tres melocotones para dejarlos en trocitos pequeños y el resto iba triturado, pero esto es al gusto. Cocí todo en una olla ancha hasta que tuvo la textura que buscaba, y la envasé aún caliente en botes bien esterilizados. 
A pesar de llevar menos picotas que melocotones, ha quedado de un color rojo intenso, precioso. Lo poco que quedó en la cazuela lo he rebañado para probarla en un trocito de pan con nata espesa, a la manera de los scones ingleses... está feo que yo lo diga, ¡pero qué rica!

martes, 17 de julio de 2012

Melón con yogur (hace mucho calor)

Pues eso, que hace mucho calor para andar encendiendo la cocina... y es la época del año en la que más y mejor fruta hay en el mercado, así que hay que aprovechar. 
Evidentemente no pongo receta: es sólo yogur con melón picado, la única "rareza" es que he añadido unas migas dulces, de un bollo de anís que se había quedado seco. Se pueden sustituir por frutos secos, galleta desmigada o lo que uno quiera. 
El melón era de tipo cantalupo (o cantaloupe), de forma parecida al melón de Galia pero con la carne de color naranja y muy aromática. Quizá sea por no ser muy frecuente en nuestras fruterías, pero a mí es uno de los que más me gustan; y, dado que elegir melones no es precisamente uno de mis talentos, agradezco que casi siempre salgan dulces, o al menos los poquitos que he comprado yo. 
Lo mismo que he hecho con el melón se puede hacer con cualquier fruta de verano (melocotones, ciruelas, nectarinas, cerezas...). Mucho mejor si van directamente del árbol...
... al saco... 
... o a la panza... 
Éstas las recogí en realidad hace ya días, y en principio iban para mermelada pero daba tanta pereza encender el fuego que al final las fuimos comiendo y no quedaron muchas para cocinar. 
Y ya que empiezo, enseño una foto del pequeño huerto que decidimos empezar mi hermana, mi cuñado y yo sin saber con certeza si lo llevaríamos a cabo, y parece que lentamente va tomando forma. Este año no teníamos tiempo para cuidar un huerto de verduras y hortalizas, así que nos limitamos a elegir y poner en invierno los primeros frutales nuevos para que fueran creciendo (bueno, ejem, cuando yo llegué a Badajoz ya estaban plantados, todo hay que decirlo...): un albaricoquero, un membrillero, almendros, cerezos, cítricos y un par de avellanos que parece que serán los más delicados.
En el futuro queremos plantar más cosas (en mi caso me gustaría cultivar esos productos que raramente encuentras en el mercado, precisamente como los melones cantalupo, o variedades diferentes de berenjenas, tomates o patatas). 
Plantar un huerto -y comer algo que tú mismo has cuidado- es de las cosas que más ilusión dan, aunque sea pequeño; pero esto necesita tiempo y atención así que de momento iremos poco a poco (por ahora, yo me estoy entrenando este año con tomateras y fresas en el balcón, sin hacerles demasiado caso y aún sin una producción que merezca la pena enseñar); espero que podamos empezarlo pronto, a ver si el verano que viene ya podemos comer tomates que sepan a tomate :)

jueves, 12 de julio de 2012

Cojondongo

No, no es ningún taco: el cojondongo es un plato tradicional extremeño, un plato veraniego a medias entre un gazpacho y una ensalada.  
Es un plato sencillo y, sobre todo, muy humilde, típico de Puebla de la Reina y parecido a otros gazpachos extremeños y portugueses, en los que la verdura se deja picada y sin triturar y se adereza con aliños potentes. No estaba muy segura de las cantidades y las texturas, pero me he dejado guiar por mi propio gusto a la hora de elaborarlo, y para dos raciones he usado:

-2 trozos hermosos de pan asentado, sin corteza
-1 ó 2 dientes de ajo, al gusto, sin el tallo interno
-1 chorrito de aceite de oliva virgen
-agua
-vinagre, sal
-1 tomate
-1/2 pepino
-1/2 pimiento verde
-1 trozo de cebolla
-opcional: huevo, jamón, uvas, aceitunas...
Se trata de elaborar un majado de pan, aceite y ajo que sirve de base, en el que después se sirven las verduras picadas. Este majado puede ser basto y espeso, o una crema con la consistencia que queramos, bien como un salmorejo, o bien una cremita ligera parecida a un ajoblanco; la diferencia la hace la cantidad de pan y agua, que iremos ajustando al gusto. Se pone en remojo la miga de pan; el ajo se maja en un mortero con el aceite y una pizca de sal y luego se añade el pan escurrido, un poquito de vinagre y agua hasta que quede con la consistencia buscada. Se prueba de sal y se deja enfriar en la nevera.
Cuando se va a comer se pone en el fondo del plato un poco del majado y sobre él la verdura picada; yo le añado, además, un poco más de pan desmigado.
Como veis es un plato bien simple, y como tal será mejor cuanto mejores sean los ingredientes: es preferible usar un pan de calidad, y poner un buen aceite no demasiado fuerte (yo usé uno de aceitunas arbequinas, pero esto depende del gusto de cada uno). 
La receta la he encontrado en este fantástico libro, que cuenta la historia de la gastronomía extremeña y es un extenso recetario de platos antiquísimos (y desconocidos) de mi tierra; pero además, a mí me encanta porque está lleno de preciosas palabras casi perdidas, o que sólo se conocen ya en algunos pueblos: jerimoje, jigote, enmagrao, feje, cotubillos, cachelada, emberzao, sopicaldino, poleás...
Las recetas son en algunos casos muy simples, unas indicaciones como las que dan las abuelas (un poco de esto, un poco de aquello...) pero dan a conocer muchos platos casi olvidados y dejan ver hasta qué punto la escasez despertaba la creatividad (esto ya lo he comentado alguna vez), no hay más que ver la cantidad de platos hechos apenas con pan, ajo, aceite y poco más. Pero sobre todo merece la pena por las pequeñas historias de cada plato, como en el caso del cojondongo:

"... se tomaba a media mañana en los días calurosos y se hacía sobre el terreno: bien en el tajo del segador, o en hato del pastor; ya que unos y otros llevaban consigo los ingredientes: agua fresca en un barril de barro de Salvatierra, aceite, vinagre, sal y ajo, en aceiteros y astas de buey y pan, que al ser integral y de trigo duro, se conservaba durante muchos días en costales de lona.
Sólo había que majar en el "dornillo" o cuenco de encina el ajo, el pan y abundante aceite. Se le añadía el vinagre, la sal y el agua y... a comer. A veces, se migaban con "sopones", es decir, con trozos de pan gruesos.
Se acompañaba de algún racimo de uvas o aceitunas. (...) Más tarde se suprimió parte del agua, quedóse una pasta clarita a la que se incorporó un abundante picado (nunca majado) de tomates, pimientos y cebolla."

Una maravilla. Fresquito, rico, sano, ancestral y... barato, que a partir de ahora nos va a hacer falta.