Aprovechando la boda de mi amiga C., asturiana, pasamos unos días entre Asturias y Galicia, pasando de un lado a otro del río Eo. Días de descanso, de encuentro con amigos, de comer bien (¡y mucho!) y de largas caminatas para aprovechar el buen tiempo y el precioso paisaje. El viaje empezó en Vegadeo, desde allí nos movimos por Figueras, Castropol y Ribadeo (donde hicimos una comida memorable de la que no hay fotos, sólo el recuerdo, ay!), y más tarde visitamos la zona de San Tirso de Abres.
El plan de estos últimos días fue sencillo: buena y ABUNDANTE comida (aquí, el guiso de judías verdes con lacón y chorizo en el restaurante Amaido, primer plato del menú, ración PARA 2!!!, y el rico pan que lo acompañaba):
Para bajar las comidas, unos cuantos kilómetros de paseo por las rutas de la zona; una de las más bonitas, la ruta del ferrocarril, que discurre sobre el trazado de una antigua vía de tren sin uso (en la que aun se conservan los túneles):
M.A. no hacía más que echarme la bronca por ir parándome a cada momento, pero había mucho que ver (y comer). Moras...
...las primeras fresas, se asomaban también las primeras castañas y nueces verdes, saucos... En las zonas más cercanas al pueblo se encontraban muchas plantas de hinojo:
Y hasta entre las piedras se podía encontrar menta:El último día pasamos por la panadería del pueblo:
... y me dejaron hacer una foto a la enorme artesa; la señora que llevaba la panadería, con la que estuvimos hablando un rato, se quedó un poco sorprendida cuando se lo pedí, y mucho más cuando le pregunté si aún la usaban ("pues claro, ¿y para qué la voy a tener si no, con lo que ocupa...?"). Me dio la sensación de que para ella no había otra manera de hacer pan, y me hubiera gustado explicarle que un pan hecho a mano es ya toda una rareza en otros sitios no tan lejanos de allí.
Nos llevamos una barra, harina, esta "hogaza"...
... y esta empanada de carne, deliciosa (me quedé con las ganas de la de manzana, pero ya íbamos hasta arriba):
En Pontenova también probamos una empanada increíble, de sardinas con cebolla y pimientos, de las más ricas que recuerdo haber probado. Por último, llegamos a Lugo, donde apenas nos dió tiempo de dar una vuelta por el centro y comer algo antes de volver a casa. Nuestra última comidita allí: zorza, más empanada, y revuelto de grelos:
Eso no es todo, pero es buena parte de lo que vimos y probamos. Ha sabido a poco, y nos hemos quedado con ganas de más: muchos quesos por probar, muchas cosas que ver... habrá que volver :)