Es más fácil prepararlas que pronunciarlas: los daneses llaman klatkager a unas tortitas que preparan para aprovechar restos de arroz con leche, o también gachas de avena. La receta me pareció muy sencilla, así que, aunque no he probado las originales, me he aventurado a hacerlas.
Yo las conocí de pura casualidad, al leer un libro infantil que compré hace unos días en una librería de viejo: La llegada del cometa, de la serie de la familia Mumin (unos libros que ningún niño, ni adulto, debería perderse). Siempre me han chiflado estos libros, por las historias y por las ilustraciones de su autora, la escritora finlandesa Tove Jansson. En una de ellas se ve a Mumin y sus amigos comiendo klatkager, "gruesos crêpes hechos con arroz con leche". Me puse a buscar un poco, y aprovechando que había sobras de arroz con leche en casa, he preparado una versión sencilla.
Se trata de mezclar unos 200 ml de arroz con leche (aproximadamente) con un huevo batido, hasta conseguir una pasta como la de las tortitas, quizás un poco más espesa, y freírlas igual que las normales, en una plancha o sartén ligeramente untada con mantequilla. Se sirven con azúcar espolvoreado, canela, miel, o mermelada.
En las recetas danesas que he mirado había muchas variaciones: a veces se añade vainilla, a veces se bate la clara a punto de nieve, otras veces ponen miel, o un poco más de azúcar... dado que mi arroz con leche estaba bastante dulce y un poco caldoso, yo no he puesto más azúcar pero sí un poquito de harina para espesarlo más, aunque de todos modos me han quedado más finitos que los que se suelen ver en los blogs daneses; esto es porque el arroz con leche danés (risengrød) es muy muy espeso, como unas gachas gruesas. Para que sean más fieles a las originales se puede escurrir ligeramente el arroz con leche, pero yo he preferido aprovecharlo tal cual.
A Mumin parece que se le da mejor que a mí eso de darles la vuelta... yo casi la lío.
El resultado es bastante peculiar, porque la apariencia es la de una tortita pero al morder el sabor es diferente, y se notan los granos de arroz húmedos... si los comes calentitos y les pones azúcar y canela, el sabor recuerda un poco al relleno de los pasteles de Belém (los de verdad), cosa que no es extraña porque los ingredientes, salvo el arroz, son los mismos.
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Pero no es por los klatkager que me gustaría ser nórdica. Ni porque quiera ser más alta o más rubia (que no), ni por lo mucho que me gusta su arquitectura y su literatura. M.A. dice que quiere ser sueco, o noruego, cada vez que ve algo que le disgusta de aquí (por ejemplo, esa española y horrible costumbre de hacer pis en la calle, o de entrar gritando a cualquier sitio...); yo le tomo prestada la expresión, porque llevo unos días en los que lo he pensado varias veces.
Sé que tal y como están las cosas lo normal cabrearse sobre todo con los políticos y responsables en general de nuestros grandes males, pero de quejas hacia ellos ya está internet bien surtido y yo me desahogo a diario en casa. Lo que hoy me hace hervir la sangre, porque son las cosas que me hacen perder un poco la esperanza, son esos pequeños detalles y gestos cotidianos tan enraizados en la gente normal, la que te cruzas día a día, y sabes que van a durar mucho más que cualquier político, porque son fruto únicamente de la (poca) educación y de eso, no nos engañemos, vamos fatal.
Es el hecho, por ejemplo, de que en nuestro país se siga confundiendo la educación y la elegancia con la cantidad de dinero que tienes en el banco, el número de coches que guardas en el garaje o el apellido que lleves, y así día a día te cruzas con señoronas vestidas de visón hasta las cejas incapaces de dar las gracias si les cedes el paso al entrar en una tienda.
Me fastidia sobremanera esa gente que desprecia o se asusta del que es diferente, y piensa por ejemplo que todo el que se manifiesta por una u otra causa es un perroflauta o un radical, aunque como nunca han salido de su barrio ni se han acercado a una manifestación no saben en realidad de qué va el asunto.
Me repatea la necia resistencia al cambio, que hace que cada vez que uno hace algo diferente, aunque sea algo pequeño o tan simple como decidir ir en transporte público o en bici en lugar de comprarte un coche que no te hace falta, se interprete como un gesto hippie o se piense que es por falta de recursos, en vez de pensar que es un acto consciente y meditado, una decisión casi vital, una manera de vivir tu vida según las reglas que tú mismo eliges y no las que se consideran "normales".
Podría seguir poniendo ejemplos de esto, que a mí me parece simplemente "paletismo de clase alta" (lo siento si alguien se ofende). Me paso mucho tiempo últimamente explicando por qué hago cosas de determinada manera, incluso a gente de mi misma edad, gente que ha estudiado, pero se siguen extrañando porque decidas hacerte el pan en casa o vivir de alquiler en vez de hipotecada. Y descubro que todas esas cosas que aquí se ven como extrañas son absolutamente normales en el norte de Europa.
No es que yo tenga una visión idealizada de esas sociedades, sé que ellos tienen sus miserias, sus fanatismos, sus corrupciones y otras cosas. Pero lo poco que he conocido a gente de allí, o lo que he leído acerca de su manera de vivir, me hace envidiarles en muchos aspectos: lo normalizadas que tienen algunas costumbres como el reciclaje o el moverse en bicicleta, lo que mucho que cuidan y valoran sus servicios públicos (empezando por su educación), su respeto a la libertad personal (me refiero sobre todo a las mujeres) o sus políticas de ayuda a la maternidad. Me encanta su falta de complejos, que hace que allí, por ejemplo, sea normal pedir la comida que sobra para llevar, fabricarte ciertas cosas tú mismo o que funcionen otros modelos de comercio que aquí se siguen mirando con la nariz arrugada, como las tiendas de segunda mano (afortunadamente esto creo que sí está cambiando, aunque sea por la crisis y no un cambio de mentalidad). Me sorprende que allí, aunque en ciertas épocas casi no puedan salir a la calle por el tiempo, sin embargo respetan y cuidan su espacio público mucho más que nosotros, que sí lo usamos a diario, pero lo despreciamos. Y mucho más...
Afortunadamente, creo que hay muchas personas que últimamente también quieren ser nórdicas de vez en cuando, y que deciden hacer las cosas de una manera diferente. Ya sé que algunos cambios suponen a veces dejar atrás tradiciones muy nuestras, pero... que queréis que os diga: hay tradiciones que por muy nuestras que sean, yo prefiero dejarlas atrás.
Muchacha, somos almas gemelas!!
ResponderEliminarLo primero, no te lo vas a creer, es que me estoy leyendo un libro de los Mumin!! me lo pasó una amiga porque está en francés, y me dijo que era para niños pero, la verdad, me está sorprendiendo bastante la profundidad de las reflexiones que hacen. Y los dibujos son geniales.
Respecto a lo demás, todo lo que dices es cierto pero a mi hay algo que me mata del norte: el individualismo. Mis 5 años en Holanda me sirvieron para no idealizar el norte, y aunque todo lo que dices es cierto, tras mi periplo holandés creo que comprendí que detrás del respeto a las libertades ajenas lo que había era un profundo desinterés por el prójimo. Vaya, que podías morirte en la calle y nadie te iba a ayudar. Y eso es escalofriante.
¡Jajaja, Ajonjolí, pues sí que es casualidad lo del libro, sí! Yo los leía de pequeña y quizás por eso me gustan tanto y los releo de vez en cuando.
ResponderEliminarSobre lo que dices de los del norte... ya lo sé, por eso decía que no los tengo idealizados, pero sí echo de menos ciertos hábitos que normalmente se consideran propios de ellos. Yo no reniego de todo lo nuestro, obviamente hay muchas cosas que me gustan, pero detesto esa reticencia al cambio cuando además que ese cambio se supone que es a mejor. O, dicho de otra manera: yo quiero seguir siendo de aquí, pero con las cosas buenas que envidio de allá (o de lo que yo imagino que es "allá"). Y creo que es posible, pero creo que es algo que llevará mucho tiempo.
B*
Por si te sirve consuelo lo de hacer pis en la calle, no parece ser que tenga que ver con la latitud porque los suecos lo practican con deleite, en su pueblo y en el mío y en Escocia, para no decirte en Liverpool, está anunciada la prohibición por la calle.
ResponderEliminarDe lo demás estoy con la sra. Jonjo creo que tenemos más idealizados esos sitios de lo que en realidad son cuando llevas viviendo un poco más de tres meses.
Bss.
Au
¡Buenos días caballero!
ResponderEliminarYa, ya lo sé... supongo que en realidad no me refiero a lo que los nórdicos son, sino a lo que solemos creer que son. Me da igual que ellos también sean así de guarros, yo lo que quiero es que aquí dejemos de serlo. Y ruidosos, y... todo lo demás, ya sabes.
Yo nunca he vivido una larga temporada por allí, aunque sí tengo amigos que viven fuera y, por supuesto, no todo lo que cuentan es bonito y en algunas cosas les ha costado mucho acostumbrarse; supongo que son esas cosas de las que hablaba Ajonjolí.
¿Todo bien? En Badajoz hay alguna pequeña novedad con el ruibarbo, ya te contaré ;)
Hola Epa,
ResponderEliminarje, je, je. Te has despachado bien a gusto, ¿verdad? Me imagino que los nórdicos tendrán también sus cosas. Tendríamos que poner en la balanza lo que nos gusta y lo que no nos gusta de nórdicos y no-nórdicos y ver con qué nos quedaríamos.
Ya sabes que yo soy positiva. Ya me he cansado de intentar que la gente se "empalice" con esta forma de pensar tan "rara" (¿nórdica?) que tenemos algunos como, hacerte el pan, ir andando a "toas" partes o remendarte unos vaqueros porque simplemente te apetece. Se cansa una de los eternos soniquetes de "a ti te sobra el tiempo" o "¿para qué lo vas a hacer tú si puedes comprarlo?", etc.
Yo he aprendido a valorar el trabajo que representan las cosas y que si me apetece gastar el poco tiempo libre que me queda horneando panes es porque lo disfrutamos. Lo disfruto yo y los que me rodean.
Besotes guapa, que me ha encantado tu reflexión. Pero nórdica no quiero ser. Soy morena, bajita, me encanta dar achuchones y besos sonoros y soy un poco ruidosa :-)
No creo que me aceptaran allí :-D
¡Hola Teba!
ResponderEliminarPues me quedé tan a gusto que ya ni me acuerdo del enfado, se me pasó, jajaja...
Pues claro, como ya decía en comentarios anteriores... yo tampoco quiero ser nórdica y no sé cómo son en realidad, pero sí me gustaría que algunas cosas se normalizaran un poco, o que dejaran de parecer raras. Yo también remiendo, jeje, y la verdad es que fijándome mucho a mi alrededor hay cada vez más gente que en vez de extrañarse acaban pidiéndote que les enseñes lo del pan, o cosas así... así que sí, hoy que ya no estoy enfadada yo también lo veo de un modo positivo :)
Lo de los besos sonoros me ha recordado los malos ratos que pasaba yo cuando iba a Alemania (tengo amigos allí) y, cuando me presentaban a alguien, me apartaban la cara cuando les iba a dar un beso... al final me habitué a dar la mano y ya no había disgusto, pero sí, esas cosas cuestan. Y en ese sentido yo también prefiero lo de aquí :)
¡Gracias bonita!
conste que no lo hago para fastidiarte... pero esta mañana cuando he echado un vistazo a los resultados de la macroencuesta europea sobre la violencia de género no he podido por menos que acordarme del post
ResponderEliminarhttp://ep00.epimg.net/sociedad/imagenes/2014/03/04/actualidad/1393968290_143622_1393970006_sumario_grande.png
si ves, supongo que ya lo has visto, los sitios donde se registran más atentados contra las mujeres se te caen los palos del sombrajo probablemente porque lo que se considera violencia de género en los países es un concepto más amplio que aquí ¿?
me temos no tenemos nada que envidiarnos y me jode porque al menos os quedaría la cosa de decir que hay alguien bueno aunque fueran "ellos"
os, no... quería decir nos
ResponderEliminarYa, ya lo vi... y me dieron ganas de actualizar el post e incluirlo. A mí me ha sorprendido mucho, la verdad... siempre nos queda el consuelo de los tontos.
ResponderEliminarDe todos modos, cuando escribí el post ya decía que no quería idealizar a los nórdicos, que sé que tienen muchas cosas que no son precisamente para envidiar... ni siquiera los conozco realmente. Me refería más bien a lo que nosotros imaginamos que son: si yo lo puedo imaginar como algo posible, es algo a lo que puedo aspirar. O, dicho de otro modo, que ellos en el fondo también sean unos capullos no hace que yo no pueda desear dejar de serlo... un lío.
Lo dicho, lo hablaremos con un vino delante.
B*
... Y de hecho:
ResponderEliminarhttp://www.publico.es/505969/por-que-la-violencia-machista-se-reconoce-mas-en-el-norte-de-europa
Hola! Me ha encantado este post, no conocía los klatkager aunque vivo en Dinamarca. El risengrød danés es hormigón armado, jeje... Aquí lo comen caliente y no es dulce (se vende en el super en barras como la mortadela), aunque en navidad es típico frío y con mermelada d arándanos y una almedra que da suertea quien la encuentra como nuestra sorpresa del roscón.
ResponderEliminarEn cuanto a cómo son, yo diría q tienes una imagen bastante realista, para nada idealizada(yo llevo 2 años en los países nórdicos, uno en Suecia y otro en Dinamarca), son como los describes. No son perfectos, pero tienen una visión muy crítica de sí mismos y ningún prejuicio para cambiar sus hábitos o costumbres con el propósito de mejorar. No les interesa nada aparentar, ni tienen demasiado miedo al q dirán.
Es curioso que ellos, sobre todo los suecos tengan una imagen muy pesimista y negativa de sí mismos. Quizá ese punto de partida les anima a mejorar.
Paco
Hola Paco, no sabes cómo agradezco tu comentario: para empezar, Dinamarca es posiblemente uno de los países nórdicos que más me atraen, quizás porque de allí era Isak Dinesen que es una de mis escritoras favoritas. Me encantaría saber más sobre cómo es la vida allí. Y me alegra ser la primer que te hable de los klatkager :)
ResponderEliminarTambién me alegra lo que me cuentas de la gente de allí, porque me ayuda a creer, con un moderado optimismo, que si las cosas son diferentes en otro lado quizás lo puedan ser aquí también, aunque nos lleve tiempo e incluso generaciones llegar a ello. Pero bueno, aunque nosotros también seamos críticos y pesimistas a veces echas la vista atrás y te das cuenta de que en muchas cosas sí que hemos avanzado un poco, y que otras están cambiando ahora mismo. Será que empieza la primavera, pero yo estoy un poquito más contenta que cuando escribí el post :)
Muchas gracias por escribir, y mucha suerte en tu vida en Dinamarca!
Epa