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viernes, 24 de mayo de 2013

"Soda bread" con melaza, avena y pasas

O, aunque parezca mentira, el pan que haces deprisa y corriendo por la noche cuando te das cuenta de que no tienes pan para el desayuno. 
El pan de soda, para quien no lo haya oído nunca, se hace con bicarbonato o levadura química y por lo tanto no fermenta, crece directamente en el horno; la masa se prepara en lo que tarda en calentarse el horno, así que se puede tener listo en una hora más o menos. Yo he de reconocer que mi primer intento fue un fracaso, no tenía muchas esperanzas en éste y sin embargo me ha sorprendido. 
La receta básica de un pan de soda es harina (integral, o una mezcla de ésta y harina floja), bicarbonato, sal y buttermilk, porque se necesita algo que dé acidez para que active el bicarbonato. Si no se tiene buttermilk, que es lo normal, se puede cambiar por una mezcla de leche y agua, o -como en mi caso- leche templada y acidificada con un poco de limón. A partir de ahí a la receta se puede complicar todo lo que se quiera. Yo me inspiré en recetas como ésta o ésta, y puse avena, unas pasas y - aprovechando que lo compré el otro día para otra cosa - un poco de black treacle o melaza oscura. Al final la receta quedó así:
-250 g de harina floja o de repostería
-150 g de harina integral (estas proporciones pueden variar)
-1 cucharada de mantequilla
-1 cucharada generosa de treacle
-1 cucharadita y media de bicarbonato
-1 cucharadita de sal
-250 ml de leche templada con unas gotas de limón (puede que haga falta más, depende de la harina)
-un puñado generoso de pasas y copos de avena, esto al gusto
Se calienta el horno a unos 200º-220º. Se mezclan los ingredientes secos y por otro lado los húmedos, procurando que la melaza quede bien disuelta para que no queden grumos en la masa. Se junta todo y se amasa muy poco en el mismo recipiente, lo justo para que todo se integre bien; queda una masa un poco pegajosa. Se puede dar forma de bola, aplastarla un poco y hacerle una cruz profunda (si la consistencia lo permite) o ponerla en un molde engrasado, que es lo que yo hice. Se hornea entre 40-50 minutos, hasta que coge un color dorado; si nuestro horno es muy fuerte se puede hornear tapado con papel de aluminio la primera media hora.

Es un pan peculiar, empezando por la textura - que está a medias entre un pan y un bizcocho - y terminando por el sabor, que se extraña si no se está acostumbrado a la melaza. A mí sí que me ha gustado, aunque echo de menos un punto más dulce, que quizás se consigue poniendo también algo de miel. A M.A. no le ha gustado tanto, y sin embargo a P., que también es panarra, sí. Yo creo que en cualquier caso la receta base (sin melaza ni añadidos) es una buena opción para emergencias como la que decía, pues es fácil y sobre todo muy rápida.  
Y ésta es la preciosa lata de treacle:
Tenía ganas de conseguirlo para recetas como ésta, también porque me encanta el envase y después lo guardaré para lápices u otra cosa. Aunque es un producto británico lo encontré en Madrid en Taste of América, escondido entre esas cosas raras que comen por allí y que no contienen ni rastro de producto natural alguno (como la pasta de marshmallow o los fondants... puaj). No es que sea un ingrediente básico en la cocina, yo lo he comprado porque tenía mucha curiosidad, y porque tengo algunas recetas antiguas de pasteles de melaza que si no hago yo en casa difícilmente podré probar. Pero si no se consigue melaza, se puede sustituir por miel de caña, más fácil de encontrar.

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