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domingo, 31 de marzo de 2013

Lyon (segunda parte): verdura y bicicletas (y más pan)

No todo ha sido pan y queso en Lyon (aunque casi): en los mercados también nos sorprendieron mucho los puestos de verdura, y eso que dada la época no esperábamos mucha variedad. Sin embargo, se podían comprar, por ejemplo, toda clase de hierbas:
Unas enormes, redondas y preciosas alcachofas, diferentes a las pequeñas que solemos tener nosotros aquí:
Y sobre todo muchas raíces y tubérculos: algunos ya los había probado o había oído hablar de ellos, como las chirivías y los tupinambos; otros como el rábano negro o las rutabagas fueron una sorpresa, y de haber podido meterlos en la maleta me hubiera traído un buen puñado (aunque no sé que hubieran pensado de ello en la aduana, creo que ya les extrañó bastante que llevara 2 paquetes de harina):
Remolachas, apionabos y más rábano negro, y un montón de hierbas silvestres, entre ellas achicorias y diente de león:
Una de las cosas más peculiares (y prácticas, me pareció) fue el sistema de venta de la fruta y la verdura, que en muchos puestos se distribuía en platillos a los que se les ponía un precio fijo, como aquí:
Por último (además de muchas cosas de las que no ha quedado foto) estaban los puestos de embutidos, a los que en Lyon parecen profesarles verdadera devoción, sobre todo a los salchichones; los poquitos que probamos estaban muy buenos, si bien es verdad que no es a lo que hicimos más caso porque sabíamos que en los restaurantes íbamos a encontrar muchos productos del cerdo:
Por todo esto, Lyon me pareció una ciudad maravillosa para vivir, pero también por muchas otras cosas: los dos ríos y sus orillas, especialmente el paseo fluvial del Rhône, en el que por la tarde se juntaba la gente para pasear, correr o sentarse en una terraza; porque tiene mil cosas que ver pero no es una ciudad de turistas, o al menos yo no me sentí turista en todo el tiempo que estuve allí; porque hay varios barrios diferentes pero la ciudad es abarcable, porque tiene mucha vida... 
Y por supuesto por las bicis: hacía mucho que no me muevo en bicicleta por ciudad (en Madrid me da bastante miedo por ahora y en Badajoz rara vez me hace falta) sin embargo en Lyon es la manera perfecta de desplazarte, entre otras cosas porque el sistema de bicis públicas funciona muy bien: te coges una en cualquiera de las muchísimas estaciones que hay por toda la ciudad:
... te vas a tu boulangerie favorita (a nosotros nos encantó la de Saint Vincent, frente al río Saône), te compras una estupenda baguette (o dos) y un pain au chocolat, intentas que tu mozo se aparte un poco para hacer la foto (pero no lo consigues porque está muy concentrado comiéndose la baguette)...
Y metes lo que queda de ella en el cesto de tu bicicleta:
Entonces la juntas con un poco más de queso, que no te has podido resistir a comprar (aunque todavía te quedan de los de ayer) porque éste aún no lo has probado: 
Y ya que pasas por una boucherie te llevas un trozo de pâté en croûte que en realidad no te hace ninguna falta, pero ya que estás...
Y como ya es tarde te sientas a comer en un banco de una preciosa plaza llena de magnolios:
Por la tarde sigues recorriendo la ciudad, en bici, andando o subiendo escaleras, que son muchas pero no te vienen mal para bajar todo lo que has comido. Y ya no puedes comprar más porque aún te queda de todo en la mochila y no te va a dar tiempo a comerlo, pero no puedes resistirte a hacer una foto cuando pasas por el escaparate de esa panadería que te habían recomendado:
Compruebas en la siguiente que el pan de allí, teniendo en cuenta la calidad que tiene, resulta en comparación mucho más barato que el nuestro (y te da pena): 
Y por la tarde cuando vuelves a casa a descansar un rato te compras un croissant (aunque te tientan también las barras de Viena y los obscenos brioches) porque no te puedes ir sin probar al menos uno y además aquí todos son de mantequilla de verdad y son tan baratos que ni te lo crees. Te preparas un café, y te pones a pensar y escribir de todo lo que has visto, lo que más te gusta, lo que echas de menos en tu ciudad...
Y aquí empieza mi rollo, que puedes leerte si quieres y si no, pues no... Hay una cosa que es lo que más envidia me da de Lyon (y de toda Francia, me temo) y es la devoción que tienen por sus propios productos, que explica el éxito de los mercados de productores y que allí el pan, la bollería, los lácteos con el queso a la cabeza y muchas cosas más sean de tan buena calidad no sólo en una tienda de productos lujosos sino en cualquier tienda de barrio: por poner un ejemplo, la leche fresca que nosotros teníamos para el desayuno la compramos en una tienda bastante normalucha, el equivalente a un chino de aquí, y aún así es la leche más rica que he probado yo en mucho, mucho tiempo. Lo mismo con el pan. Y encima todo eso era barato. Creo que en esto nos llevan claramente mucha ventaja y que tenemos mucho que aprender.
Por otro lado, no quiero volver con esa sensación amarga de quien piensa que fuera todo es mejor, así que durante todo el tiempo intentaba encontrar también las cosas buenas de aquí, pensando en lo que un turista envidiaría de Madrid u otra ciudad española si viniera a visitarlas, y comparando: para empezar, el vino: supongo que si uno se gasta un dineral en comprar vino, entre los franceses habrá verdaderas maravillas, pero con el presupuesto mediano que manejo yo, a igualdad de precios creo que en España tienes más donde elegir (puede que esto sea una paletada, pero es lo que a mí me ha parecido después de probar varios y viendo allí las copas de vino a 4, 5 o 6 euros). 
Me daba envidia que en (casi) todos los restaurantes el pan era excepcional.
No  me daba envidia el café: en Lyon era tan malo como en Madrid. Mentira, era aún peor que en Madrid, pero encima te cuesta una pasta. (Ya lo avisaban aquí).
Me daba envidia que en todos los restaurantes te ponían una jarra de agua sin pedirla, no intentaban colarte la mineral y no te la cobraban.
No me daba envidia que las naranjas y los cítricos en general eran muuuuy caros (porque siempre eran de Marruecos, de Túnez o... de España :)
Me daba (mucha) envidia que los lioneses coman aparentemente todos esos croissants, brioches, quesos y demás y todos sigan teniendo el tipín intacto (¿será la bici? ¿las escaleras? ¿el amor?).
Y... bueno, me queda el consuelo de que allí aún no han descubierto las migas :)
Quedan fuera del relato muchas cosas más, que se me han olvidado. No hay fotos (porque me dediqué sólo a disfrutarlo) de las cenas en varios restaurantes, entre ellos un tradicional bouchon lionés, en el que entre otras cosas probamos la andouillette con salsa de mostaza, de la que yo no esperaba mucho y sin embargo me encantó (creo que los lioneses nos ganan en pasión por el cerdo, hasta a los extremeños). Tampoco hay fotos del pequeño concierto que escuchamos una noche, de los telares de las casas de los canuts, de los muchos y preciosos puentes y pasarelas de los dos ríos, ni de las muchas cosas que nos quedaron por visitar, y por las que seguramente volveremos pronto.
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Por si os animáis, os dejo links útiles:
Lyon en La Flor del calabacín, aquí, aquí y aquí
Varias entradas sobre Lyon en Faim de Lyon
Varias entradas sobre Lyon en Jin loves to eat

viernes, 29 de marzo de 2013

Lyon (primera parte): pan y queso

Hemos pasado unos días por aquí...
Como planear el viaje forma parte del placer del mismo, antes estuvimos leyendo mucho para saber qué nos íbamos a encontrar, pero ni por asomo esperábamos todo lo que hemos visto, y sobre todo probado. Para empezar, durante unos días la base de nuestra alimentación ha sido esto...
... y esto otro: 
Como sí sabíamos algo de los mercados, decidimos quedarnos en un apartamento para poder comprar y cocinar en él alguna cosa. Así podíamos levantarnos, mirar por la ventana para comprobar que hacía buen tiempo…
…tomar un buen desayuno con pan comprado en la boulangerie más cercana y mantequilla fresca comprada al peso…
 ... y salir a patear la ciudad.

Aprovechando el buen tiempo, el plan era dejar los bouchons y restaurantes para la cena, y durante el día recorrer los mercados de la ciudad. En Lyon - y esto es quizás lo que más me ha impresionado – al contrario que en España, los mercados callejeros de comida son muchos, enormes, se ponen casi a diario y tienen una variedad y una calidad brutales en verduras, quesos, carnes, embutidos, pan y muchas cosas más. 
Nosotros fuimos a dos, el de la Croix Rousse y el de Saint Antoine, los dos impresionantes. Había mil tipo de quesos: de los grandes...
... de los pequeños...
... y más de los pequeños:
Panes espectaculares...
Y una de las cosas que más envidia me dio: toda clase de lácteos, incluyendo yogures y natas de todo tipo, unos quesitos frescos cremosos deliciosos que allí se comen con azúcar, y hasta leche cruda, prácticamente imposible de comprar en España:
Así que ese día, que estuvimos en el mercado de la Croix Rousse, compramos un par de trozos de pan (éste de semillas, hecho con masa madre y de los más ricos que probamos allí):
Algo de fruta, varios quesos...  
... y nos sentamos en uno de los muchos miradores, a hacer una especie de pequeño picnic mientras mirábamos las chimeneas de la ciudad.
¡Y aún hay más!

martes, 19 de marzo de 2013

Ropa vieja, plato nuevo

Las sobras, junto a la escasez, son la mejor razón para ponerse creativo en la cocina, o si no que se lo digan a todas esas abuelas, madres y amas de casa capaces de sacar auténticas joyas culinarias de unos trozos de pan seco, ajo, aceite y poco más. Como ayer les decía a unos amigos, las madres extremeñas de los tiempos pasados eran las verdaderas MacGyver de la gastronomía: eso sí que era alta cocina.
Sin embargo el plato de hoy, que en realidad no tiene nada de particular, es más invención de la casualidad que mía propia: de la comida del domingo sobró algo de cuscús y de ayer algo de cocido, el resto de la historia os la podéis imaginar. Cuando lo pensé me pareció un poco raro, pero luego recordé que muchos platos de cuscús llevan garbanzos (lo de la morcilla ya lo veo más especial...) así que eso es lo que ha caído hoy:
Simplemente lleva un poco de cuscús, y dobre él los garbanzos, zanahorias y una mezcla de carnes de cocido (gallina, jarrete de ternera y morcilla), todo pasado por una sartén con el poco caldo que había sobrado. Todavía no sé si me gusta más el cocido, o lo que viene después.

jueves, 14 de marzo de 2013

Parmentier para un cumpleaños afrancesado

El 14 de marzo es día de celebración en esta casa y, como ya viene siendo tradición, nos ponemos en plan finolis y preparamos una comida gourmet: este año, ya que estamos preparando un viaje al país vecino del norte, nos hemos dejado guiar por Paul Bocuse y hemos preparado este Parmentier de patata para acompañar una carne guisada con mostaza y trompetas. 
Parece muy recargado, pero no lo es: el guiso de carne lo ha preparado M.A. y es muy parecido al Strogonov que ya hice hace tiempo, aunque ha añadido además unas trompetas secas que traje de Extremadura y que hidratamos en agua muy caliente un rato antes de empezar a cocinar.
El Parmentier, siguiendo la receta de Bocuse en La cocina del mercado, se prepara pochando puerros y añadiendo después unas patatas cortadas; se riega todo con caldo o agua y se deja cocer unos 25 minutos. Se tritura (se pasa por un pasapurés si hace falta) y se corrige la textura con un poco de leche, nata o mantequilla (nosotros pusimos un poco del agua de las trompetas, por eso cogió un color más oscuro). Se ajusta de sal y pimienta, y se sirve con pan frito y perejil o, como hemos hecho nosotros, con algún guisillo. 
El vino no era francés, pero estaba bien bueno.
¿Y la banda sonora? Bueno, quizás a este plato le iba otra música más clásica, pero como hoy es mi cumpleaños y aquí mando yo, me regalo esta canción de Stereolab, un grupo que me ha acompañado en muchos momentos felices:

lunes, 11 de marzo de 2013

Pollo asado con majado de tomillo y hojas de lima kaffir

Que nadie se asuste, que aunque parezca muy exótico es un pollo asado de los de toda la vida, pero como tengo congeladas todavía un montón de hojas de lima (que se usan normalmente para el curry) me he animado a probarlas para esto; imagino que la receta se puede hacer usando hojas de limonero, o simplemente limón.
Se trata de hacer un majado de ajo y hierbas, con el que se unta bien el pollo (en este caso dos cuartos, porque era sólo para 2 personas) y se deja macerar mínimo una hora. Yo ya lo había preparado sólo con tomillo y está muy bueno, pero esta vez usé:

-2 dientes de ajo
-1-2 hojas de lima kaffir (dan mucho sabor, hay que tenerlo en cuenta)
-2 ramitas de tomillo
-1 o 2 cayenas, si se quiere un poco picante
-sal gorda
-aceite
-pollo, claro (si se hace uno entero se doblan las cantidades del majado)
-un poco de vino blanco (yo usé jerez)
-patatas o cebollas para acompañar

Se les quita el nervio central a las hojas. Se prepara el majado en el mortero con el ajo, el tomillo y la sal, hasta que obtenemos una pasta. Por último se ponen las hojas de lima; éstas se pueden comer, pero si no nos gustan o estamos usando hojas de limonero simplemente se machacan un poco pero no se trituran del todo, se dejan trocitos para poder apartarlos. Se añade un poco de aceite de oliva, se mezcla bien y con esta salsa se unta el pollo (si estamos preparando un pollo entero, se pone parte dentro del mismo). Se deja macerar el tiempo deseado. 
Un poco antes de meterlo al horno se precalienta a 180º-200º. Cubrimos el fondo de la bandeja con patatas cortadas en rodajas gruesas o lo que queramos, se salpimentan ligeramente y ponemos sobre ellas el pollo. Se vierte en el fondo un poco de vino y agua, y se hornea el tiempo que haga falta en función de las piezas, regando de vez en cuando el pollo con la salsa del fondo.
A mí me gusta el pollo con la piel crujiente, así que lo dejé bastante tiempo aunque no lo medí (debió rondar los 45 minutos); si lo vamos a dejar menos puede que convenga darles un hervor breve antes a las patatas, para que no se queden crudas, o simplemente freírlas aparte.

Aquí lo de la lima kaffir suena raro, pero si se busca un poco en inglés se pueden encontrar muchas recetas, sobre todo de páginas australianas, por ejemplo éstas parecidas a mi receta de hoy. Seguro que hay muchas más.