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lunes, 29 de octubre de 2012

Pão de Deus, estaladinho, arrufada

Tres preciosos nombres para un mismo bollo:
El  pão de Deus (pan de Dios) es un dulce portugués, de esos que encuentras prácticamente en cualquier pastelería del país. Son bollos de brioche tierno, cubiertos de una crema de huevo y coco, y espolvoreados de azúcar:
La verdad es que no suelo pedirlos, pero la última vez que estuvimos allí compramos uno muy rico y, dado que aquí no se pueden encontrar, decidí probar a hacerlos. Busqué varias recetas en la web, y partí de la de Gastronomías, una web en la que se recogen muchas recetas portuguesas, para fijarme, sobre todo, en la manera de hacer la cobertura, pues el brioche lo hice más sencillo aún. He utilizado estas cantidades para 6 bollos, si se quieren hacer más se doblan las cantidades:
-250 g. de harina de fuerza
-75 g. de azúcar
-50 g. de mantequilla
-1 huevo
-leche templada, aproximadamente 50-75 ml (depende de la harina)
-6 g. de levadura fresca

Para la cobertura:
-1 huevo
-una pizca de leche (unas 3 cucharadas)
-60 g. de coco rallado (aproximadamente)
-2 cucharadas de azúcar + azúcar en polvo para adornar
Se prepara la masa, mezclando todos los ingredientes salvo la mantequilla y añadiendo la leche poco a poco para ajustar bien la consistencia; tiene que quedar una masa blandita pero no demasiado, porque después al agregar la mantequilla se hará más blanda aún. Se amasa un buen rato, hasta que se desarrolle bien el gluten y quede una masa suave y elástica; entonces se añade poco a poco la mantequilla en trocitos y se amasa de nuevo hasta que queda bien integrada. Se deja levar hasta que doble de tamaño (un par de horas, depende de la temperatura).
Se divide en 6 porciones, se hacen bolas y se dejan levar de nuevo en una bandeja. Cuando doblen el tamaño de nuevo, se bate el huevo; se pincelan las bolas, y el resto del huevo se mezcla con el coco, la leche y el azúcar, añadiendo lo suficiente para que quede una pasta cremosa, pero que no se desparrame (se puede ver en la foto). Se reparte sobre las bolitas, y se hornean aproximadamente 30 minutos a unos 200-220º, o hasta que estén doradas. Se dejan enfriar, y se espolvorean con azúcar en polvo.
Y ya está. Son deliciosos, sobre todo si te gusta el coco. A mí me gusta moderadamente, así que, aunque esta vez he hecho esta versión, que es la "canónica", puede que la próxima intente emular otra manera de hacerlas más parecida a uno que probé la última vez, los de la Padaria Portuguesa, una cadena de panaderías-pastelerías a las que, sin ser precisamente de mis favoritas, hay que reconocer que con este bollo son unos jefes: allí los preparan muy juntos, de manera que se pegan entre sí y quedan cuadrados, no redondos; la crema la hacen más líquida, más cerca de unas natillas con coco que una pasta de coco en sí, y se desparrama sobre los bollos quedándose en los surcos y empapando la masa... guau.
Sobre este bollo, y sobre todos los demás pasteles típicos de Portugal, se publicó hace tiempo este precioso libro, Fabrico próprio, que se agotó en poco tiempo. A mí me dio una pena terrible no conseguirlo así que estuve muy atenta a la segunda edición, y en cuanto salió a pre-venta lo compré y desde hace unas semanas tengo mi ejemplar firmado por los autores. Me hace mucha ilusión tenerlo porque habla de todos esos bollos tan frecuentes allí y que son parte de mis recuerdos infantiles (y no tan infantiles), de mis desayunos allí, de mi año Erasmus y de muchas cosas más: salen pastelerías míticas en las que he estado con mi familia o con mis amigos, y muchas cosas más. También, el pão de Deus; los de hoy, dedicado a mi sobrino D., que hoy cumple 3 añitos. :)

lunes, 22 de octubre de 2012

De harinas, panes, arroces, regalos y otros asuntos

Tenía muuchas ganas de hacer este pan:
Y es por esto: cuando uno empieza a hacer pan con cierta frecuencia, se vuelve un poco "rarito" y a hacer cosas como traer harina en la maleta en cada viaje que haces. Al principio estas cosas te dan un poco de vergüenza y te contentas con que tu mozo no te mire raro, pero al final todo el mundo acaba conociendo tus manías y no sólo las toleran, sino que las alimentan: mi amiga S. vive en Londres desde hace tiempo, y hace poco, antes de venir de visita a España, me envió esta foto de una tienda de su barrio y me dijo: "¿cuál quieres que te traiga?":
A mí me puso contenta a más no poder, y le pedí una harina que allí es bastante corriente y fácil de encontrar y que yo tenía muchas ganas de probar, la Granary: una harina oscura y sabrosa con copos de trigo malteados. El pobre paquete de harina ha hecho todo un periplo desde que S. lo compró hasta que finalmente ha llegado a mis manos, pero ha merecido la pena. 
Hice el pan mezclándola con una parte pequeña de harina blanca, con masa madre y bastante hidratación, y ha quedado un pan espectacular, a pesar de que la masa era difícil de manejar y no tuve mucha maña, ni amasando ni formando después. 
Las primeras rebanadas fueron a un desayuno de domingo bastante especial, el que tomamos justo antes de participar por primera vez en una carrera popular, 5 km. por el parque del Retiro. Es una carrera muy cortita, pero a mí me hizo mucha ilusión porque empecé a correr apenas poco antes del verano, me propuse hacerlo con regularidad y lo he conseguido (con más ganas y menos esfuerzo del que esperaba, la verdad). Además, era la primera, fuimos juntos M.A. y yo, y el Retiro estaba precioso con el principio del otoño (una pena no haber hecho fotos...) así que fue una estupenda mañana dominguera. Éste era mi dorsal, con número turronero:
Después de la ducha y un poco de descanso, la comida: no teníamos gran cosa en casa, pero había congeladas unas butifarras que nos trajeron los padres de M.A. de Castellón, y preparó un arroz con ellas de rebañar la sartén y saltarse las lágrimas:
Como siempre, yo entraba y salía de la cocina y no seguí todo el proceso: sé que llevaba cebolla y ajito, tomate, la butifarra cortada, un poco de vino, pasta de setas, bastantes especias y un poco de queso al final; también sé que me pareció una cantidad enorme de arroz, pero que después no quedó nada de nada. :)

jueves, 18 de octubre de 2012

Focaccia, otra versión

Ya había hecho focaccias otra vez, y mencionaba varias posibilidades de preparación. Esta vez he tirado por la alternativa, que se puede aprender paso a paso en vídeo en uno de los estupendos programas de Robin Food en los que participa Ibán YarzaPan fácil ciabattoide y focaccioide.
La diferencia con la primera, y el truco de la miga, es una masa con muuuucha hidratación, preparada con agua muy muy fría, y reposada una noche o más en la nevera; se saca unas horas antes de hornearla y se le hacen bastantes pliegues; se esparce sobre una bandeja de horno con los dedos, haciendo huecos; se unta con lo que uno quiera (yo esta vez sólo puse aceite y sal) y se cuece. Puede parecer difícil manejar una masa tan blandengue, pero como se ve en el vídeo, si se hace dentro de un recipiente aceitado no hay problemas, y realmente merece la pena. 

martes, 16 de octubre de 2012

Croquetas de picadillo (o prueba de cerdo, o zorza)

La verdad es que nunca se me hubiera ocurrido usar el picadillo como relleno de croquetas, pero ha sido un descubrimiento; han quedado unas croquetas bien sabrosas (y contundentes...), con una bechamel bien coloreada por el adobo de la carne y llena de trocitos:
La receta no tiene mucha dificultad, o al menos no más que otras: el truco está en escurrir bien la carne para separar la grasa y aprovecharla para tostar la harina de la bechamel. El resto de la receta es igual que otras que he hecho, como por ejemplo éstas, añadiendo la sal al final pues el picadillo suele estar muy salado. Como siempre, mucha paciencia y tiempo para hacer la masa, para que quede bien suave:
El picadillo no lo hicimos en casa, lo comimos el otro día en un restaurante en Valsaín (Segovia) y como pedimos comida de más y sobró bastante pedimos que nos la envolvieran para llevar, una sana costumbre que a los españoles nos da mucha vergüenza y que yo les envidio a los americanos y a los alemanes (por ejemplo), con bastantes menos complejos que nosotros en este aspecto.
Arengas aparte, el viaje, aunque muy breve, mereció realmente la pena: fuimos a una boda (preciosa, por cierto) en La Granja de San Ildefonso, y antes de volver a Madrid decidimos pasar un día en Valsaín y dar una vuelta por los bosques que lo rodean. No vimos todo lo que nos hubiera gustado, pero sí lo suficiente para que recuerde con una sonrisa ese día y tener muchas ganas de volver a ver todo lo que nos quedó. El corto paseo nos dio para ver, entre otras cosas, los robles y los pinares, que a una chica de la dehesa como yo le hacen sentirse como si estuviera en un bosque de Alaska:
La zona se explota - sosteniblemente - por la madera de pino. El aserradero está cerca del pueblo y una de las rutas pasa justo al lado, así que durante un pequeño tramo se puede ver la madera almacenada a ambos lados del camino (no sé si esto os parece un rollo, a mí me encantó):
Por toda la zona hay bastante ganado, sobre todo vacas y caballos; muchos pastan tranquilamente sueltos por el bosque, así que te los vas cruzando durante el paseo:
Y así iba yo, parándome con cada una de estas cosas como si fuera Gerald Durrell para desesperación de M.A., aunque como ya está acostumbrado no protesta tanto :) Durante el trayecto cogimos unas poquitas moras y escaramujos, y vimos setas y otras cosas, aunque lo que más ilusión me hizo (y perdón por la cursilería) fue encontrar algunas quitameriendas, unas flores preciosas parecidas al azafrán que salen ahora en otoño y que también he visto alguna vez en Extremadura:
Y eso es todo, resumidamente. Me voy a terminar el pan que estoy haciendo, que hoy es el Día Mundial del Pan :)

jueves, 11 de octubre de 2012

Bacalao con arroz de calabaza y salvia

Un plato muy rico y bastante simple, a pesar del nombre un poco finolis que le he puesto en el título. 
Lo ideal sería preparar el arroz en plan risotto, cocinando la calabaza con el arroz al mismo tiempo; en este caso fue un plato medio improvisado y la calabaza ya la tenía asada, así que simplemente la rehogué con una pizca de aceite y unas hojitas de salvia picadas y añadí arroz cocido (hecho por mi madre, que lo hace más bien caldoso) moviendo hasta que la calabaza se deshizo y todo estuvo bien mezclado. Se sirve y se pone encima el bacalao, hecho simplemente a la plancha o como a uno más le guste.

Y ya está, a pesar de ser una receta simplona estaba muy bueno, con el bacalao aún todavía un poco saladito y la calabaza dulce...