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viernes, 20 de febrero de 2015

Ensalada de patata y puerro

Una ensalada de patata, pero invernal; en casa siempre que hablamos de hacer ensalada de patatas nos referimos a la ensalada campera o a la ensaladilla, pero dado que a mí me ha dado por los pepinillos últimamente, hemos variado un poco. Está tan rica que creo que se va a quedar como una receta fija.
Para 2 personas he utilizado:
-4 patatas (pequeñas si son primer plato, medianas si plato único)
-1 lata de filetes de caballa
-puerro (un trozo de unos 5 dedos de longitud aprox)
-pepinillos picados (al gusto, yo he puesto unos 8 o 10, pequeños)
-2 cucharadas de perejil fresco recién picado
-sal, pimienta negra, aceite de oliva, vinagre
-mayonesa (opcional)
Las patatas se cuecen con antelación, incluso el día antes. Yo las pongo lavadas y sin pelar en agua fría con mucha sal. Una vez que rompe el hervor las dejo a fuego medio-bajo hasta que están hechas (una media hora, aunque pruebo pinchando con un cuchillo) y una vez cocidas las dejo enfriar completamente. Así quedan con una textura estupenda, blanditas pero sin deshacerse.
El resto es simple: se pican los demás ingredientes, se mezclan con las patatas cortadas y se aliña. Si vamos a poner mayonesa se pueden mezclar con ella el perejil, el puerro y los pepinillos y echar sobre las patatas y el pescado, pero todo esto da un poco igual. MA, que últimamente no deja un plato mío sin tunear, le ha puesto, además, alcaparras y mostaza; a mí ya se me pasaba de avinagrado.
(No es que la ración sea pequeña, es que el plato era muy grande...)
Admite todas las variaciones que uno quiera: poner cebollino o eneldo en lugar de perejil, cambiar el pescado... pero os recomiendo probarla tal cual. Si a alguno le asusta lo del puerro en crudo, que no tema: yo también pensaba que estaba poniendo mucho pero luego con el aliño se suaviza mucho, de hecho le hubiera puesto bastante más. Si aún tenéis dudas, pasad por Ferpal, en el centro de Madrid, y pedid un sándwich de puerro, se os quitarán todos los reparos.

martes, 3 de febrero de 2015

Panecillos de leche y arroz

Primera receta que cuelgo este año, parece mentira... y no será por ganas o por platos cocinados, que han sido muchos, pero últimamente estamos a otras cosas.
Ésta es una variación del pan de arroz de Dan Lepard, que ya preparé hace tiempo y se ha convertido en un habitual para aprovechar restos de arroz blanco.
La receta se puede adaptar a la cantidad de arroz que nos haya sobrado, en mi caso un cuenco mediano (no lo pesé). Como se había quedado un poco seco, usé un truco: calentar la leche que iba a emplear como líquido y meter el arroz en ella, para que se hinchase un poco. El resultado es estupendo, los granos de arroz quedaron tan blanditos que no los notas en el mordisco, pero dan a la miga una textura estupenda para un pan de desayuno. Para unos 10 bollitos usé:
-400 de harina panificable (yo usé Tradicional Zamorana + Gallo, W>200)
-280 g de leche, aproximadamente (eché 250 y ajusté después)
-3 g de levadura fresca (se puede usar más si queremos que vaya rápido)
-1 cucharadita de sal
-1 cucharada de azúcar moreno oscuro (no tenía miel, que es lo suyo)
-1 cuenco de arroz cocido
Se mezclan todos los ingredientes excepto el arroz, y se amasa a intervalos con reposos hasta que esté suave. Se añade el arroz hasta que se integre bien, se hace una bola y se deja fermentar hasta que aumente su tamaño casi el doble (yo la dejé unas horas en la nevera). Se cortan porciones de masa de unos 75-80 g o al gusto, se bolean y se dejan fermentar de nuevo, tapados, esta vez dejando que doblen sobradamente su tamaño. Se hornean unos 15 minutos a 200º, o hasta que estén ligeramente dorados. Se pueden pintar con leche antes de hornear, o dejar tal cual.
Y quedan así. Son estupendos también para hamburguesas o bocadilllos, y se puede usar la misma masa para hacer bollos alargados, tipo perrito, o lo que queramos.
Con este frío no da tanto reparo encender el horno, pero cuando lo hago intento hornear varios panes o varias cosas a la vez, para aprovechar el gasto. Esta vez cayó una gran tanda de galletas, hechas con mi receta de cabecera pero con variaciones: básicamente, sustituí una parte de harina por copos de avena triturados y algo de salvado. Sé que suena demasiado sano pero en el resultado final lo único que se nota es una textura más crujiente, el sabor es estupendo (y no lo digo yo, lo dice MA que hasta hace poco detestaba cualquier cosa que sonara a integral).
Yo las hago finitas, tipo galleta María, pero se pueden hacer más gruesas. Si se tiene el día gocho, se puede preparar una crema espesa de chocolate y juntarlas de dos en dos, o con mermelada... la merienda perfecta para días fríos como los que vienen.