Llevo ya un tiempo persiguiendo la receta de unas galletas que probé en una cafetería de Madrid; aún no lo he conseguido del todo, pero éstas ya se parecen bastante:
Normalmente una piensa que cuanta más mantequilla y azúcar lleve la receta más rica será, pero en este caso ha sido al contrario, he ido reduciendo la cantidad de grasa y me han gustado más. No son galletas tipo cookies, más bien son de las que te comes a mordiscos pequeños, casi royendo, pero son un vicio. Me acordé de cuánto me gustan las oatcakes, que en realidad son muy simplonas, e hice una mezcla de las recetas que tenía hasta que me salieron. Para unas 20 galletas utilicé:
-1 y 1/2 taza de copos de avena
-1/2 taza de harina
-1/2 taza de azúcar, o un poquito más
-1 taza de avellanas picadas
-1 huevo
-3 o 4 cucharadas de aceite (oliva, o girasol)
-una pizca de sal
-1/2 cucharadita de canela (opcional)
Los copos de avena podemos dejarlos enteros, si son de los finos, o picarlos un poco si son de los gruesos. Los mezclamos en un bol con todos los ingredientes secos, añadimos el aceite y por último el huevo batido. Mezclamos y, si nos cuesta que se incorpore toda la harina, podemos añadir una pizca de leche (con cuidado, porque se pone pastosa enseguida y queremos una masa bastante seca).
Precalentamos el horno a 180º; mientras tanto vamos formando las galletas del tamaño que queramos con las manos ligeramente mojadas, para que no se nos pegue la masa. Quedan mejor si no se dejan demasiado gruesas, porque como dije es una masa secota y pueden quedar demasiado duras. Se hornean unos 15 minutos, hasta que se empiecen a dorar los bordes pero sin que se tuesten, y se dejan enfriar en una rejilla.
De sabor están como yo quiero, sólo me falta conseguir la textura, un poco menos seca y más chiclosa en las que probé; posiblemente se consiga escaldando los copos de avena antes de preparar la masa, como con las oatcakes, y esa será mi próxima prueba; de momento escribo hoy ésta para acordarme.
Para la foto he puesto tres, la verdad es que nunca me tomo más de una porque llenan bastante. Hoy ha sido la merienda, con un colacao premium. ¿¡...Mande!? Pues bien: para quien todavía no sepa lo que quiere decir premium, es la palabra que, puesta después de gintonic, permite a los espabilados dueños de cualquier baruzo de Madrid (y parece que ya de cualquier sitio) cobrarte 15€ por lo que antes te costaba la mitad, sólo por ponerte una copa mona, una rodaja de pepino y hacer un par de tontadas cuando te lo sirven... otra muestra más de la tontería hostelera de este país. Así que yo, que soy de las que siguen tomando colacao después de los treinta, he instaurado el colacao premium, servido como debe ser: en verano bien fresquito, con leche entera (y si es fresca ya es el colmo), con grumos y en un viejo vaso de duralex de tu abuela. Y sin doblar el precio :)
Que bueno lo del colacao! jajajaj, tengo una publicacion pendiente,no me acuerdo para cuando< de galletas de avena tambien con frutos secos que hace de grasa y que quedaron tipo bizcochitos....ya te aviso...ah! y llevaban arandanos! quiza encontremos esa textura ^ ^
ResponderEliminar¡Hola Chez! Pues qué bien, estaré atenta cuando las publiques porque están ricas pero les falta ese nosequé... ¡muchas gracias!
ResponderEliminarB*