Una receta muy rica de reciclaje, una sopa fría para aprovechar los restos de la nevera antes de las vacaciones:
Se rehogan en una pizca de aceite la cebolla y la patata, picadas. Se añade agua o caldo hasta cubrir holgadamente (sin salar o con muy poca sal, ya que el miso es bastante salado), y 10 o 15 minutos después se añaden los guisantes. Dejamos otros 10 minutos, apartamos del fuego y dejamos enfriar. Cuando está frío añadimos 2 cucharadas de miso y batimos bien. Si hace falta se pasa por un chino o un pasapurés. Servimos, si queremos con una pizca de cebollino.
No es la primera vez que uso miso en una sopa, pero nunca he hablado de él y ésta es una buena ocasión (tampoco es que yo sea una experta, pero he estado curioseando un poco). El miso es básicamente soja fermentada, a veces con algún cereal (cebada, trigo...), y dependiendo del tipo y duración de la fermentación puede ser blanco (el suave), rojo o negro (el más fuerte). Como tantos alimentos fermentados puede comercializarse con el fermento vivo o bien pasteurizado. No hace falta cocinarlo, por eso se añade al final de la preparación. En Europa lo asociamos sobre todo a la sopa de miso, pero es un condimento que se usa en muchos otros platos. ¡Y está muy rico! En Madrid es fácil encontrarlo, en cualquiera de las tiendas orientales del centro (Plaza de España, los Mostenses, etc.)
Es curioso, pero lo de las pastas fermentadas y/o saladas que se usan como condimento es algo bastante antiguo, y común a varias culturas: hace tiempo leí un libro fantástico sobre gastronomía, Contra los gourmets de Vázquez Montalbán. En él describe un ingrediente muy curioso de la cocina romana, el garum, una pasta de pescado salada y fermentada, a veces aderezada con hierbas o especias (creo recordar que encontraba alguna relación de esto y la salsa de ostras china, por ejemplo). La descripción del modo de preparación no tiene desperdicio, y cuesta pensar que fuera algo tan apreciado, pero por lo visto era un ingrediente esencial en muchos platos.
También me recuerda un poco a otro ingrediente realmente curioso, el extracto de levadura (Marmite, en UK, o Vegemite, en Australia), un producto derivado de la levadura de cerveza que los británicos, y sobre todo los australianos, adoran, aunque yo lo probé una vez y prometí no volver a hacerlo: es una pasta oscura, densa, amarga y muy salada, que sólo puede apreciar quien lo haya tomado desde pequeño. Sin embargo, y según dice un libro que me gusta mucho, la Pequeña enciclopedia de la cocina vegetariana (El Pais-Aguilar, 1991) es un alimento casi perfecto, con todas las vitaminas del mundo. En fin, un mundo por explorar, dejo aquí mi granito de arena.
PD. La foto del miso es de Wikipedia.
¡Qué bueno y qué fácil! Nunca he visto el miso, ni lo he probado, pero tengo muchas ganas.
ResponderEliminarYo había oído que el Garum fue uno de los primeros alimentos que se fabricaron en cantidades industriales. Tal era la demanada del pueblo romano de vientres de pescado fermentados. Cuesta creerlo. :)
Se ve muy sabrosa esa crema. Yo tampoco he probado el miso... Me gusta probar ingredientes nuevos o diferentes; lo pongo en la lista. Pasatelo bien, que las vacaciones no duran nada. Hasta la vuelta, Saludos!!
ResponderEliminarHola! El miso lo descubrí hace poco y lo uso en sopas. Muy buena tu información!!!
ResponderEliminarSaludos!
Muy interesante tu entrada..la crema se ve realmente rica y ya sé que estamos en verano pero calentita también tiene que estar estupenda... lo siento es que soy fan aunque estemos a 35º. Saludos!
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarRaquel, gracias! Es realmente curioso lo del garum, ¿verdad?; cuando lo leí pensé que debía ser algo así como el "avecrem" de la época :)
BlueLady, muchas gracias. Prueba el miso, está muy rico y además se conserva muy bien en la nevera.
Caro, está bueno, ¿verdad? Gracias a ti también.
Nuria, a mi me pasa igual con las sopas, caenn en cualquier momento, pero ahora mejor fresquitas. Gracias!
B*